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Al-lâh, el Altísimo, envió a su Mensajero Mohammad (sal-lal-lâhu ‘alaihi wa sal-lam) a todos los mundos como albriciador y advertidor, lo hizo con el último de sus mensajeros y lo apoyó con el Qor’ân
Al-lâh, el Altísimo, envió a su Mensajero Mohammad (sal-lal-lâhu ‘alaihi wa sal-lam) a todos los mundos como albriciador y advertidor, lo hizo con el último de sus mensajeros y lo apoyó con el Qor’ân, la fuente rica de la cual él (sal-lal-lâhu ‘alaihi wa sal-lam) sacó su método para tratar con los no musulmanes; sean individuos o Estados. Pues, Al-lâh es quien dice: “Y no te hemos enviado sino como anunciador de buenas noticias y advertidor para todos los hombres; sin embargo la mayor parte de los hombres no sabe.”[1]. Por eso, su Da‘wa [Llamamiento y convocación al camino recto de Al-lâh] no se limitó solamente a la Península Arábiga y sus alrededores, sino que incluyó todo el mundo. Pues, el Mensajero (sal-lal-lâhu ‘alaihi wa sal-lam) envió varios mensajes a los reyes de la tierra en aquel entonces, llamándolos al Islam. Y lo que llama la atención, es que en cada uno de sus mensajes, describía al rey o al jefe con grandeza, sin sentir apuro de describir a un hombre no musulmán de dicha forma; pues, dijo en su mensaje a César, rey de Roma: “De Muhammad hijo de ‘Abdul·lâ a Heraclio, el grande de los Romanos…”[2]. También dijo en su mensaje a Cosroes, rey de Persia: “De Mohammad Mensajero de Al-lâh a Cosroes, el grande de Persia…”[3]. Dijo en su mensaje a Ciro, jefe y patriarca de Egipto: “De Mohammad hijo de ‘Abdul·lâ a Ciro, el grande de los coptos…”[4]. Y por fin, dijo a Negus, rey de Abisinia: “Este es un mensaje de (parte de) Mohammad el Profeta a Negus, el grande de Abisinia…”[5].
Además, el Profeta (sal-lal-lâhu ‘alaihi wa sal-lam) honró a los dos mensajeros de Cosroes aunque le habían traído un mensaje inaceptable de parte del mismo rey de Persia, con el fin de apresarle en su casa (sal-lal-lâhu ‘alaihi wa sal-lam), en su ciudad. A pesar de eso, el Mensajero (sal-lal-lâhu ‘alaihi wa sal-lam) no dejó su calma, educación y delicadez, sino que agasajaba a todas las delegaciones que iban a Medina, independientemente del estado político y religioso que se esperaba de dichas delegaciones. Pues, él (sal-lal-lâhu ‘alaihi wa sal-lam) reservaba un interés especial a las delegaciones; en términos de recepción, hospitalidad, cumplidos y premios. Ya que el Profeta (sal-lal-lâhu ‘alaihi wa sal-lam) les ofrecía hospitalidad, los recibía amablemente, les visitaba, preguntaba por ellos y se ponía los mejores vestidos para recibirlos[6].
Asimismo, les dedicó algunas habitaciones para agasajarlos, como ocurrió al recibir la delegación de Salâmân[7]; puesto que dijo a su muchacho Zawbân: “Acompaña a aquella delegación donde debe residir una delegación”[8]. Es obvio entonces que esas delegaciones tenían residencias especiales para este asunto, así como ocurrió también con las (delegaciones) de Kilâb, Muhârib, ‘Udra, ‘Abd Qays, Taghlab, Ghassân y otras[9]. Y era de su costumbre, llevarles regalos y premios, los cuales muchas veces eran de plata[10].
Por otro lado, el Profeta (sal-lal-lâhu ‘alaihi wa sal-lam) solía aceptar los regalos de los Estados no musulmanes, a fin de establecer armonía y afecto, sobre todo si no resultaba de ellos engaño o matanza; así como él hizo con los regalos de Ciro, el rey de los coptos en Egipto[11].
Y de entre las mejores escenas de los tratos diplomáticos que tubo en su vida, está lo que hizo con Negus, el rey de Abisinia, partiendo de sus elogios (sal-lal-lâhu ‘alaihi wa sal-lam), diciendo a sus Compañeros: “En Abisinia, está un rey que nunca trata injustamente a alguien”[12], pasando por delegar a Negus como tutor de Ummu Habîba (que Al-lâh Esté complacido con él), cuyo esposo, ‘Ubaydul∙lâ Ibn Ÿahsh se convirtió al Cristianismo en Abisinia[13], así que el Mensajero (sal-lal-lâhu ‘alaihi wa sal-lam) quiso recompensarle por casarse con ella. Acto seguido, Negus se casó y le dio una dote de 4000 dírham, y preparó la boda con su propio dinero. Luego, la envió al Mensajero de Al-lâh (sal-lal-lâhu ‘alaihi wa sal-lam) con Shurahbîl Ibn Hasana, habiéndole preparado el ajuar, y el Mensajero (sal-lal-lâhu ‘alaihi wa sal-lam) no le pidió nada a ella[14].
Todo esto nos hace comprender la naturaleza de la relación entre el Profeta (sal-lal-lâhu ‘alaihi wa sal-lam) en Medina y Negus en Abisinia; pues, las relaciones –según lo que confirma este suceso- eran fuertes y sólidas, mejor dicho, podemos observar que la relación entre ambos lados no era solo a nivel político o diplomático aparente, más bien, eran más profundas que todo eso, y lo confirma la respuesta de Negus al Mensajero (sal-lal-lâhu ‘alaihi wa sal-lam), pues dijo: “Me he casado con una mujer de tu gente, y tiene tu misma religión; ella es Ummu Habîba Bint Abî Sufiân, y te he regalado un Qamîs [túnica larga que usaban en aquel entonces], pantalones y dos zapatos nuevos”[15].
Y terminando con el mensaje que el Profeta (sal-lal-lâhu ‘alaihi wa sal-lam) le envió a finales del año seis de la Hégira y o a principios del año siete, donde le llamó a abrazar el Islam, advirtiéndole de las (malas) consecuencias de la idolatría[16].
Esta es una parte de sus tratos (sal-lal-lâhu ‘alaihi wa sal-lam) con los Estados no musulmanes, que afirman su comprensión profunda acerca de la naturaleza de dichos Estados, y su maravillosa diplomacia en cuanto a dar a cada persona su posición adecuada.
[1] [Sura Saba’ (Saba) 34: Aleya 28].
[2] [Al Bujârî (7)] [Muslim (1773)].
[3] Al Jatîb Al Baghdâdî: La Historia de Baghdâd 1/132 y Al Muttaqâ Al Hindî: Kinz Al A‘mâl, (11302).
[4] Az∙Zayla‘î: Nasb Ar∙Râya 4/421, Ibn Sayyed An∙Nâs: ‘Uyûn Al Azar 2/331 e Ibn Al Qayyem Al Ÿûziyya: Zad Al Mi‘âd 3/691.
[5] Ibn Kazîr: As∙sira An∙Nabawiyya 2/41, As∙Sâlihî Ash∙Shâmî: Subul Al Hudâ Wa Ar∙Rashâd 11/366.
[6] Fârûq Hamâda: Las relaciones islámicas-cristianas en la época profética, pág. 95.
[7] Habîb Ibn ‘Amr As∙Salâmânî dice: Hemos ido, nosotros delegación de Salâmân, al Mensajero (sal-lal-lâhu ‘alaihi wa sal-lam) siendo siete. Así pues, lo hemos encontrado saliendo de la mezquita hacia un funeral al cual lo habían llamado. Dijimos: ‘La paz sea contigo, Mensajero de Al∙lâh’. Contestó él: “Y con vosotros, ¿quién sois?”. Contestaron: ‘Somos de Salâmân, hemos venido para jurarte fidelidad sobre el Islam’. Acto seguido, él miró a su muchacho Zawbân y le dijo: “Acompaña a aquella delegación donde debe residir una delegación”. Luego, cuando terminó el rezo del mediodía, se sentó entre el púlpito y su casa, entonces fuimos a él y le preguntamos sobre la oración, las legislaciones del Islam y la Ruqya (Recitar unas aleyas, hadices o súplicas para una persona que está enferma o poseída por los genios buscando la cura y protección de Al∙lâh). Por lo tanto, abrazamos el Islam y dio a cada uno de nosotros cinco Uqiyya [unidad de peso], y volvimos a nuestro país. Esto ocurrió en el mes de Shawwâl del año diez de la Hégira. Consulte: Ibn Sa‘d: At∙Tabaqât Al Kubrâ 1/332.
[8] Ibn Sa‘d: At∙Tabaqât Al Kubrâ 1/332.
[9] Ibn Sa‘d: At∙Tabaqât Al Kubrâ 1/300-348.
[10] La referencia anterior, las mismas páginas.
[11] Ibn Sayyed An∙Nâs: ‘Uyûn Al Azar 2/394.
[12] [Ahmad (18304)] [Ibn Hishâm: As∙sira An∙Nabawiyya 2/164] [Al Albânî: Sahîh, As∙silsilatu As∙sahîha (3190)].
[13] [Sunan Abû Dâwûd (2107)] [Sunan Ad∙Dâraqutnî (3652)] [Al Albânî: Sahîh (2107)].
[14] [Al Bayhaqî: As∙Sunan Al Kubrâ 7/232].
[15] Al Husayn Ibn Mas‘ûd Al Baghawî: Al Anwâr Fî Shamâ’il An∙Nabî Al Mujtâr, pág. 280.
[16] En dicho mensaje, fue mencionado: “En el nombre de Al∙lâh, Clemente, Misericordioso. De Mohammad Mensajero de Al∙lâh a Negus, el grande (rey) de Abisinia. La paz está con quien sigue la guía, cree en Al∙lâh y su Mensajero y da testimonio de que no hay otro Dios sino Al∙lâh, Único, sin copartícipes….”. Consulte: Al Hâkim en Al Mustadrak 2/633 y Al Bayhaqî en Dalâ’il An∙nubûwwa 2/308.
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